Por: Elizabeth Castillo La foto es en blanco y negro. Por la mitad de la vía van dos personas, conversan. Él lleva unos claveles en la mano, ella lleva un cartel. Muchos policías con casco, escudos y bolillos. Reunirse, gritar, salir a la calle era muy peligroso. Y ella camina serena, al lado de León Zuleta, el de los claveles, conversan de forma cercana.
Dos años y tres meses después de su llegada, en marzo de , Carmen de Zayas abandona a su marido por segunda vez. Su cachorro, educado en un ambiente pro-español entretanto él luchaba, hasta la enfermedad, por la libertad de Cuba. Al salir, pienso en ti. Sé justo. A pesar de esta relación a intervalos, con rupturas, encuentros y desencuentros, de José Francisco no ha quedado rastra. Nunca se citan testimonios de él ni sus experiencias con su Yahvé, apenas hay referencias a lo que hizo después. En parte no es de extrañar pues la gran figura, el libertador, el Apóstol, es Martí y un hijo criado a lo español no tiene sitio en la bibliografía martiana.
La ama seguía con lo chiquitos los que iban cargados por marineros y cirados. Brisband propuso ir en búsqueda de una silla o catre para conducirme y al poco rato volvió con una silla del brazo y en ella me condujeron, un barquero se sacó una corbata de vellón del cuello con la que me abrigó la cabeza. Me acosté en la cama de uno de mis hermanos, luego que respiré con libertad despaché a un peón a la Estancia con una carta a Loreto avisando mi llegada, al poco rato me trajeron varias de las aves que hay aquí las que me parecieron hermosas, Emilio y Loreto no nos esperaban por tan avanzada que era ya la estación, por lo tanto no habían concluido mis habitaciones. Se agregan notas aclaratorias, en otra tipografía, en algunos días trascendentes.
Ya tenía clase en el instituto a la mañana siguiente, acabó saltando de la cama, dirigiéndose hacia el ordenador. Desde que su mejor amiga había hecho una fiesta sin invitarla, se sentía humillada y llena de hidrofobia. Al hablarlo con ella, le había dicho que la fiesta había sido idea de Jenny, una chica de clase con la que Mariana no se hablaba. Mientras Mariana encendía el ordenador, un trueno hizo retumbar la ventana abierta. Antes de sentarse fachada al ordenador, se preguntó quién sería aquel payaso que volvía a apartamento de madrugada sin haberse podido evolucionar. Vio que eran demasiadas. A muchas personas apenas las conocía, y otras que conocía bien no podían llamarse así. Se levantó un instante para ver si el clown todavía estaba allí fuera, a la intemperie.