Era una tarde soleada y engañosamente tranquila, lo cual nuestras pantallas de computadora con nuestros rostros constantemente delataban, pues era este el medio virtual requerido a defecto de poder estar, sencillamente, ambos en el mismo lugar disfrutando juntos un buen café, cara a cara. La comunicación fue sencilla, nos conocemos desde hace muchos años, décadas incluso, desde el tiempo en que él era un adolescente en Talamanca y yo iniciaba con mis estudios de la cultura bribri y tuve la inconmensurable suerte de vivir con su familia por un par de años. Hoy ambos somos funcionarios de la Universidad de Costa Rica, aunque en contextos diferentes, él en la Facultad de Letras, yo en la de Ciencias Sociales, hasta en «fincas» diferentes: Rodrigo Facio para él, «finca 2» o pomposamente «Ciudad de la Investigación» para mí. Pero eso no ha impedido que desde que ambos nos vinculamos a la academia, encontremos espacios y tiempos para desarrollar nuestra estrecha relación, nuestra hermandad, y que, en algunas ocasiones incluso, coincidamos en proyectos de trabajo. Aportes interdisciplinarios para su resolución», el cual ha podido albergar algunas de las iniciativas que Alí ha desarrollado, como parte de la institución y también, por cuenta propia. AG: Bueno, yo soy de la comunidad de Coroma, Talamanca. Y ahora trabajo aquí en la Universidad de Costa Rica, en el Departamento de Lingüística, sobre las lenguas indígenas. Ahí se dan clases de bribri, entonces ahí trabajo como coprofesor en clases de lengua bribri.
Como psicólogos sabemos lo difícil que es acudir a una primera cita con un psicólogo. Comprendemos tus ansiedades y miedos. Piensa que muchos de los psicólogos que trabajamos haciendo terapia con pacientes, hemos pasado por nuestro genuino proceso terapéutico también, por lo baza, hemos estado en tu misma localización. No es que nos levantemos una buena mañana y digamos: «Guau, me he estado perdiendo algo en mi vida. De hecho, la mayoría de las personas piensan exactamente lo contrario acerca de acudir a una alusión con un profesional de la salubridad mental.
En vacaciones de Semana Santa recibimos la agradable de visita de los chicos y chicas pertenecientes a la parroquia San Bartolomé Apóstol de la pedanía de Orihuela. A continuación os ofrecemos un resumen que elaboró una de las catequistas que prefiere permanecer en el anonimato sobre lo que significó para ellos la visita a ACOMAR. Estaremos encantados de recibiros y mostraros nuestra labor. A partir de entonces surgió en nosotros la necesidad de conocerle y de entender mejor la labor que se desempeña en ACOMAR. Como catequista del grupo, llamé a la asociación, con la suerte de que me cogió el teléfono Liberador y concertamos una visita para el primer martes de Pascua. Acudimos los catequistas, los jóvenes e incluso algunos padres que se animaron a acompañarnos.