Curiosamente, la ciencia ha dicho mucho menos al respecto que la llamada cultura popular. Algo que pocos años antes ni siquiera tenía un nombre, es ahora una realidad que afecta -supuestamente- a casi todo el mundo. En la actualidad, se habla de la crisis del primer cuarto, que tendría lugar entre los 20 y los 30 años, las crisis de la media vida, donde entrarían las de los famosos 40 y los 50 y una nueva crisis en torno a los 60 y la jubilación. Una crisis es un período en la vida de una persona, que dura al menos un año y que se caracteriza por un nivel anómalo de inestabilidad emocional, por una evaluación muy negativa de la propia situación y, particularmente, por la adopción de grandes cambios.
Explosión de los De todos los años que vas cumpliendo hay individuo por el que tienes un genuino respeto y estos son los 40 años. Aunque no seas de estructurar muchas fiestas de cumpleaños, llega levante día en el calendario y como si te despidieras de algo, organizas o te organizan una fiesta admiración. Parece que la sociedad te impone que hay determinadas cosas que cualquier ser humano debe hacer antes de esta fecha porque si no ya no va a ser posible. Yo me niego a pensar que a partir de ese momento comienza nuestro declive. Con muchos sueños por guardar y con la seguridad que te da irte conociendo cada vez mejor. Los neurocientíficos dicen que a una idea negativa que aparece en nuestro cerebro hay que contrarrestarla con diez ideas positivas para no dejarnos arramblar.
Podríamos definir algunos rasgos comunes en levante tipo de crisis, como son el sentimiento de aislamiento, verse incapaz, adeudar menor ilusión en general, la efecto de finitud y cierta rebeldía tardía. Todas estas manifestaciones pueden llevar a la persona a cuestionarse a sí misma, tanto en el plano elenco como en el profesional. No necesariamente, no estamos ante una fecha o hito biológico establecido, sin embargo, estadísticamente entre los 40 y los 50 años es cuando se produce esta fase de cambios importantes en la vida adulta. Factores de la explosión de madurez El tiempo y su transcurrir se perciben como algo finito, ya no es un recurso del que se pueda disponer a discreción. Organizar, proyectar o planificar algo con vistas al futuro o incluso sin pensar en ello, es algo que se ve limitado, la condición finita del futuro se nos hace actualidad. Ante esta perspectiva, la ilusión que teníamos en nuestros sueños y proyectos se desdibuja y la realidad de la muerte se precisa. Es congruo habitual que el fallecimiento de un ser querido sirva como desencadenante para esta toma de conciencia, normalmente el de los propios padres. El cuerpo va cambiando con el paso de los años, envejece.