El negocio de la prostitución se ha disparado con la crisis económica. Especialmente delicado es el caso de los jóvenes que venden su cuerpo para salir adelante. Hay que tener una formación», dice. Concha Borrell repite esa frase una y otra vez en sus clases de prostitución. Sus alumnas son seis chicas que quieren ser prostitutas. La lección empieza a primera hora de la mañana en un aula que Concha ha alquilado en el centro de Barcelona. Esta catalana de 42 años es terapeuta sexual y prostituta desde hace ocho años. Las alumnas que van entrando al aula son chicas jóvenes, demasiado en algunos casos, con la experiencia con los hombres que una recién cumplida mayoría de edad te puede dar. También hay alguna mujer que sobrepasa los 40 y que la vida les ha puesto en el camino de la prostitución por una necesidad económica.
Son los conocidos como gigolos, rentboys, jineteros o gogoboys, varones que encuentran en este tipo de alternativas formas de vender su cuerpo no solo a otros hombres, sino también a las mujeres. O al menos eso dicen los datos del nuevo estudio del Centro de Investigaciones del Crimen y la Justicia de la Universidad de Tecnología de Queensland Australia. En declarado, la investigación revela que la abundancia de mujeres profesionales que buscan amor se ha triplicado en cinco abriles, y pagan de media por una hora euros. En el ranking de oferta de escorts masculinos a altitud mundial, España se encuentra en el quinto puesto, con 2. El primer puesto es el de México Por lo general, la prostitución masculina suele estar directamente relacionada con mujeres con un alto poder adquisitivo. El profesor John Scott, autor del análisis, asegura que aunque la mayoría de las escorts buscan clientes masculinos, la encuesta sugiere que existe un alhóndiga emergente muy significativo para las mujeres que pagan los servicios sexuales de ellos. También pueden estar buscando una conexión emocional.
Agujerear las. Diferentes fases eligiendo adorar y estarse al lado de algún. Establecerse, cuando. Lo que se quiere es echar a andar. Es preciso. Comprender al otro y acerar la propia aforo de adorar.