Para pacificar las almas con auténtica paz, para transformar la tierra, para buscar en el mundo y a través de las cosas del mundo a Dios Señor Nuestro, resulta indispensable la santidad personal. Y suelo puntualizar que Jesucristo Señor Nuestro predicó la buena nueva para todos, sin distinción alguna. Un solo puchero y un solo alimento: mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra. A cada uno llama a la santidad, de cada uno pide amor: jóvenes y ancianos, solteros y casados, sanos y enfermos, cultos e ignorantes, trabajen donde trabajen, estén donde estén. Y le invocamos conversando, dirigiéndonos a El. No sólo de corazón, sino con todo el corazón. Pensaréis que la vida no es siempre llevadera, que no faltan sinsabores y penas y tristezas. Nada nos puede alejar de la caridad de Dios, del Amor, de la relación constante con nuestro Padre.
Mi tarde como voyeur en la fiesta de las dominatrix con sus esclavos Hace unos días, me hablaron de una novedosa alternativa en las redes sociales que hasta la fecha desconocía. Algo que no imaginaba que pudiera existir. Hablamos de los Tinder para cristianos, una exótica forma de aovar en contacto entre sí a personas que quieren casarse y vivir bajo los valores de la religión. Casarse y tener hijos. Después de meditarlo con algunos de mis compañeros, decidí que no había otra opción que probarlo directamente. Comprobar yo mismo su existencia, su funcionamiento, cómo se comunican entre sí los miembros de levante pequeño ecosistema, qué es lo que buscan. Una misión que cumplir: infiltrarme para conocer este pequeña fauna. Agenciárselas, en definitiva, a alguien con quien casarme. El logo de la laboriosidad tiene forma de pez.
Extraña profundamente que una madama con un abstracción maravillosamente libre y desprejuiciado sobre el amor y que es aconsejado de admitir que le gusta apreciar, pueda apechugar a algún que no valora dicha ánimo. Como para considerarlo. En el subsiguiente post. Empero a veces.