Pues buena obra ha hecho conmigo. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Pues al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. Pero Ana hablaba en su corazón, sólo sus labios se movían y su voz no se oía. Elí, pues, pensó que estaba ebria.
El amor del Señor es sabiduría digna de honor; a los que se revela, se la distribuye para que lo vean. El temor del Señor es un don del Señor, pues se asienta sobre los caminos del amor. Ambas son dones del Señor para la paz, extienden la gloria a los que lo aman. En las enfermedades y en la lacería pon tu confianza en él. Porque un don eterno con alegría es su recompensa. Porque la mala gloria trae vergüenza y desprecio; así le sucede al pecador que habla con doblez. Cuídalos; y si te dan ganancias, consérvalos. Vigila su cuerpo, y no les pongas cara muy risueña.