No estar siempre de acuerdo con tu pareja, o que haya días en que no estés del mejor humor o tener algunos desencuentros es algo natural y ocurre en todas las relaciones. Puede que des por hecho que otras parejas no discuten. Sin embargo, puedes preguntarte algunas cosas para saber si discutís demasiado. Insultar y juzgar. Culpar o hacer sentir culpable.
La base primordial para eso, primero tiene que existir el amor propio, la confianza en uno mismo. Expresar, ya bien sea emociones positivas, negativas o sentimientos buenos o malos. No adeudar ese temor de expresar lo que me gusta, lo que me molesta de mi pareja, y nunca dar por sentado o asumir sentimientos de la otra persona o pensamientos de la otra persona. Agregó que es posible mantener una relación de galán saludable en cualquier etapa del amor , aunque dependiendo de la etapa puede ser difícil. Dijo que, por ejemplo, en la etapa del enamoramiento las personas solo ven las cosas y características positivas que tiene la persona. Al obviarse, se sigue repitiendo la conducta y eso pudiera traer un problema, advirtió.
La calidad de las relaciones humanas depende en gran medida de la faceta en que nos comunicamos, no únicamente de lo que decimos, sino todavía de la forma en que lo decimos; no sólo de lo que hacemos, sino de los motivos para hacerlo. Cuando la dependencia desequilibrada o el recelo, la hostilidad, las excesivas exigencias y las expectativas distorsionan una relación, estos defectos se manifiestan en la forma en que los cónyuges se comunican entre sí. Puede dar que la mujer en un expectación lamente el hecho de haber acabado en su papel de jefe de familia, sin darse cuenta de que fue ella quien tomó las riendas y manejó toda la situación. Así, mientras dirige al esposo, los hijos, la casa y las finanzas, se siente invadida de compasión por sí misma debido a la gran gabela que tiene que llevar. Si él se mantiene bebiendo todavía, la constante actitud protectora de su mujer le facilita abstenerse de pedir ayuda. Carencia lo incentiva a lograr la austeridad. De hecho, esto no puede hacerse sin provocar una guerra familiar.