Horas antes, habíamos hechos un foro de liderazgo femenino, con la asistencia de mujeres increíbles que habían atendido la extraordinaria capacidad de convocatoria que Cata tiene en América, en relación con el combate a los abusos de niñas y la erradicación de la pobreza infantil. Horas después, calzadas con zapatillas, fuimos a visitar a las pequeñas y a sus familias. Niñas y niños de ocho, diez, doce años, se arremolinaban agradecidos en torno a nosotras, reconociendo a Catalina entre risas anchas. Yo traté de convencerle de que, pasado el tiempo, no solo le querría mucho, sino que los dos se sentirían orgullosos de haber permanecido unidos, que la vida te regala estas cosas. Gloria Lomana y Catalina Escobar Por la tarde, en la Juanfe, me encontré a otra pequeña de la misma edad, cumplidos los doce, con su bebita de meses, junto a su propia madre.
Levante es el momento en el que se detiene la historia. A lo largo de una vida y un reinado, dos momentos de dos épocas muy diferentes iluminan el hilo que unió muchas décadas. En cada individuo, una silla, un escritorio, un micrófono, un discurso. Su piel juvenil es impecable, es muy hermosa. Una biografía se abre ante ella. Ella promete esa vida a su audiencia en todo el mundo. Y les pide que la acompañen en los abriles por venir. Su cabello, todavía adoptado, ahora es blanco.